La ciudad en diciembre

Pasear por Pamplona cuando la noche ya se ha echado encima, y llegar guiados por el olfato hasta un entrañable puesto de castañas, es algo maravilloso.  Al peque le entusiasman.  Yo sostengo el cucurucho calentito entre mis manos mientras él se ocupa de ir pelándolas.  ¡Cuánto me hubiese gustado fotografiar las manos del castañero! Manos curtidas, ennegrecidas por el carbón y el trabajo, con esos guantes de cuero sin dedos, con la experiencia de muchos años concentrada en el simple gesto de seleccionar doce castañas en su punto justo, para ti, sin prisa.  Gracias castañero, por estar ahí todos los años.  Seguro que dentro de muchos, muchos años, mi hijo recordará aquellas castañas que salían de una "locomotora" y que sabían a gloria bendita.

Me gusta mirar hacia arriba aunque se me descoyunten las cervicales, como si llegase del pueblo a la capital, me gustan los faroles antiguos de la ciudad, no puedo dejar de mirarlos (esto no es normal).  ¿No puedes imaginar este farol a mediados del siglo XIX, cuando todavía no había llegado la electricidad y usaban queroseno para alumbrar? Joé, pues yo sí.

Pero volvamos al siglo XXI, con sus bombillas "led".  La decoración navideña más sobria que otros años quizás, pero igual de chispeante. 

En casa ya estamos inmersos en el rescate de las cajas de Navidad.  Mi marido prepara un belén precioso, le lleva bastante tiempo así que ya está enfrascado en la labor.  También ponemos árbol en el salón.  El peque prepara dos escenarios en cajas de zapatos, uno con la representación del Nacimiento y otro con el Olentzero. Todavía los tiene que retocar, porque de un año para otro se descolocan, pero en cuanto esté todo listo os lo enseñaré.  Este año hemos "adoptado" estos tres amiguitos para el árbol, con su chistera y sus muñones doraditos me hicieron mucha gracia.

También tenemos el calendario de adviento, que a todos los niños les hace mucha ilusión.  Este año solo había este modelo, así que con él nos hemos quedado, es un poco sin sentido, pero en fin, es lo que hay.  Compramos uno cada Navidad desde hace unos cinco o seis años.  Todos los días después de cenar, abre la ventana correspondiente y descubre una nueva chocolatina.  No se le pasa ni una, vamos, ya podía tener la misma memoria para acordarse de las tareas, de hacerse la cama, de recoger su ropa, ....
En cada casa existen unas tradiciones ¿verdad?.  Cuando formas tu propia familia pasan a ser "tus" tradiciones, algunas son de creación propia, otras adoptadas, pero tuyas al fin y al cabo.  ¿Tenéis tradiciones especiales en vuestra casa?
Un abrazo.