Como ya os conté un par de entradas atrás, el chico se graduó en la universidad, y como teníamos pendiente una comida los tres juntos, decidimos festejarlo en un lugar al que solemos ir cuando hay que celebrar algo importante. Lo pasamos genial, disfrutamos un montón de la comida, de la conversación y fue un rato muy entrañable. Después de comer, él se fue porque había quedado, y sr. marido y yo dimos un pequeño paseo, en un jueves festivo que permaneció con un cielo azul espléndido, donde las flores de los árboles destacaban tan bonitas y un par de gin-tonics nos supieron a gloria.
Hasta la próxima.
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