Hicimos una excursión organizada a los Lagos de Covadonga así como a la Basílica y el Santuario. Tuvimos muchísima suerte porque el día amaneció despejado y con una luminosidad increíble. El autobús nos llevó hasta el parking, y de ahí fuimos andando por un camino habilitado hasta llegar arriba. Tengo que decir que ya el día anterior empecé a encontrarme mal, con síntomas de gripe, y subir allí me supuso un poco de esfuerzo, sentía que me ahogaba y un sudor frío me acompañaba todo el rato. Pero mereció la pena, las vistas fueron maravillosas. Descansamos en una especie de bar que había (me tomé un cola-cao que me supo a gloria) y poco a poco iniciamos el descenso. Fue muy llevadero, la verdad, aunque ya digo que yo no estaba al cien por cien. Después nos llevaron en el bus al santuario, al que accedimos por un túnel lateral en el que había un espacio habilitado para poner velas que podías comprar allí también. El santuario es pequeñito, no se podían hacer fotos, pero me pareció un lugar mágico. Luego comimos en Cangas de Onís y de ahí a Gijón. Teníamos reserva para cenar en un sitio que nos hacía mucha ilusión, pero realmente me encontraba mal y tuvimos que anular.
En fin, por lo demás unos días de desconectar de la rutina, aunque si soy sincera, hubiese estado más a gusto en mi cama descansando junto a mi gripe, jajajajaj....
Hasta la próxima.

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