¡Hola a todo el mundo! Mientras mucha gente está disfrutando de sus vacaciones, yo he tenido que trabajar. De momento no tengo oportunidad de
coger unos días de fiesta, así que una vez mentalizada, la cosa no es tan grave.
Eso teniendo en cuenta que padre e hijo sí que han ido fuera a pasar
unos días de relax. En estos momentos nos resulta complicado coincidir en las
vacaciones, y mucho me temo que en adelante vaya a ser así.
Cuando se fueron sentí una mezcla de envidia, pena y libertad. ¡¡Cinco días con toda la casa para mí!! He preparado las comidas a mi gusto, como esta sopa con picante, mmmm... se me caían lagrimones de lo rica que estaba.
Empecé mi labor de punto de cruz. ¡Dios mío, no recordaba que los agujeritos fuesen tan pequeños! Bueno, seguramente son iguales, lo que ha cambiado sea mi vista (no somos nada). Esto que veis es mi producción en dos horas de trabajo. Espero ir cogiendo mejor ritmo. Hacía un montón de años que no hacía este tipo de labor, pero estoy muy contenta, creo que va a quedar justo como imaginé.
También he pasado un tiempo re-leyendo un libro que perteneció a mi madre. Es del año 1954 y se titula "Tu belleza". Desde que cumplí doce o trece años, este libro formó parte de mis lecturas habituales. Lo que más me fascinaban eran los dibujos que lo ilustraban. Tan sencillos en apariencia, pero tan ricos en detalles, tan descriptivos en definitiva. Topé con el capítulo en el que se hablaba del cuidado del cuerpo. ¿Ducha o baño?: se planteaba la autora como una pregunta transcendental. Ella dice que "Una mujer que sepa bañarse disfruta de la vida más que ninguna otra." Ojú, eso tengo que probarlo de inmediato.
Así que el sábado por la tarde, me preparé un baño. Encendí unas velas y puse música tranquila. ¿Conclusión? Que la señora que escribió aquel libro tenía más razón que un santo. Me sentí en la gloria, como si fuese la mujer más especial del mundo. ¡Por favor, tenéis que probarlo! Yo imaginaba que era una dama de finales del XIX, y que me esperaban a las ocho y media para un baile en los salones de la Marquesa de Puturrú.
Hoy domingo, el día ha amanecido con un precioso cielo azul, un sol radiante y una temperatura de 20º, así que no es extraño que después de desayunar haya sentido la necesidad del contacto con la naturaleza. Me he puesto ropa cómoda y me he acercado a mi parque favorito, que está cerca de donde vivo. ¿Queréis acompañarme en mi paseo?
Arboles floreciendo y flores ordenadas como si estuviésemos en el mismo Versalles.
Un riachuelo artificial que forma parte del parque. Los rayos de sol se reflejaban en el agua haciendo brillar cientos de lucecitas. ¿Podéis verlas? Venga, adelante, cuidado no os tropecéis.
Seguimos el riachuelo y encontramos narcisos, arces japoneses, arbustos de hermosas flores color salmón, y algo que debéis imaginar: el maravilloso canto de los pájaros y el transcurrir del agua. Me he sentado un momento en un banco cercano, y he sentido una gran conexión con la Tierra.
Imposible no maravillarse ante el espectáculo de color, olor y sonido que aquí te envuelve. ¿Habéis caminado alguna vez al lado de una hilera de jacintos? No sé si el sol hace que desprendan más olor, pero ha sido una sensación impresionante.
Al llegar a casa, me sentía un poco mareada, pero aún así, he limpiado la mesa y las sillas del jardín, y me he sentado un momento con una taza de café a mirar mi propio jardín. Después del espectáculo que acabo de ver, esto es un horror. El césped está verde pero lleno de musgo, aunque por lo menos las hiedras que planté el año pasado parece que siguen vivas y tienen mejor aspecto. A ver si el sol se queda de una vez con nosotros y podemos empezar a meter mano aquí, que buena falta hace.
Gracias por estar ahí, por vuestros comentarios que tan feliz me hacen, por los nuevos seguidores, por tantas cosas nuevas que aprendo al visitaros.
Acaba el mes, así que podéis ver el nuevo collage del mes de marzo pinchando en los collages mensuales. Espero que os guste.
Un fuerte abrazo amig@s
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P.D. Me gusta encontrarme conmigo misma. Sentir mi mente que habla conmigo, pero os echo de menos. El ser humano nació para estar en compañía. Lo sé. Os mando esta nube blanca del amigo Ludovico.