Celebrando veintiuno

Este fin de semana, celebramos el cumpleaños del chico, veintiuno ya.... Todos los años compro o hago una tarta sencilla y colocamos las velas para que sople, jajajaj.... aunque cada año con menos fuelle, así que esta vez omitimos esa parte. Fuimos a comer a un restaurante para celebrarlo. El día estuvo fantástico, llegamos a los veinticinco grados y por un momento parecía verano otra vez. Todavía no he dejado las sandalias de lado, bastante largo se hace el invierno, así que aprovecharé hasta el último día que pueda.

Cuando terminamos, el chico volvió a casa a sus quehaceres, y nosotros nos tomamos, como no, un gintonic en unos jardines maravillosos, con el piar de los pájaros de fondo, poca gente y pocas ganas de volver a casa la verdad.

Estamos planeando una escapada de cuatro o cinco días, todavía no sé la ruta, pero seguro que será por el interior.

Hasta la próxima.

La ciudad del dragón

El sábado pasado hicimos una visita a mi tía, que vive a poco más de 100 kilómetros de aquí. También se acercaron dos de mis primos, que nos llevaron a un lugar súper bonito para tomar algo después de comer. Pasamos una tarde estupenda, de esas que se te hacen cortas, llena de conversaciones, de recuerdos, de anécdotas de cuando éramos niños... Queda un buen sabor de boca después de eso. Realmente, si te paras a pensar, no cuesta tanto tener la iniciativa para hacer planes, sientes que la gente responde, que también lo desean igual que tú.

El entorno era maravilloso, estuve allí con cuatro o cinco años celebrando la comunión de mis primos, y tengo un vago recuerdo de aquello, conservo una foto en un columpio, aunque según mi primo la zona es la misma, pero el columpio es otro. En fin, todo sigue en su sitio mientras nosotros nos vamos haciendo mayores. Así es la vida.

Os deseo una semana estupenda.