Estos días están transcurriendo con rapidez. Tengo la gran suerte de haber empezado a trabajar y estoy intentando estirar el tiempo a costa de perder horas de sueño para poder tener la casa atendida y tratar de pasar algún tiempo con el peque. No me gusta que pase demasiado tiempo viendo la televisión ni con el ordenador y otros aparatos electrónicos.
El otro día oí en un informativo que los niños agradecen más el tiempo de jugamos con ellos que los juguetes en sí. ¿Será verdad? No sé, conforme pasan los años desconfío más de lo que nos cuentan los medios "oficiales". Mis padres nunca jugaron conmigo, y no creo que esté traumatizada por ello. Es lo que había, así que tenías que apañártelas con tu imaginación y los juguetes que tuvieses. Eso no quita para que ahora yo disfrute jugando con mi hijo al Pictionary por ejemplo. Es un juego que nos gusta a los dos, pero siempre digo que el mérito es de quien dibuja no de quien acierta, ¿no os parece?.
También ha habido tiempo para jugar a "Hotel" otro de los juegos omnipresente en casa, (mira
aquí). Esta vez con un tercer participante, así se hizo más interesante. Parecíamos concejales de urbanismo, maquinando construcciones aquí y allá, eso sí, todo legal eh? sin tantos por ciento ni nada, jajaja.....
Hace un par de días el sol entraba a raudales por las ventanas del salón, y la luz chocaba con las bolas del árbol y el espumillón, y me pareció tan diferente el árbol... Cuando al atardecer lo encendemos, los colores se van difuminando, pero a la hora de esta foto más o menos las 15 h. me gustó poder apreciarlo así. En general estamos teniendo días grises y como oscurece tan pronto, esto lo tomé como un regalo para la vista.
¡Ahhh y aquí las tazas que os dije que dejó Olentzero en casa, junto con otras cositas más como unos pendientes y un precioso ambientador en forma de corazón que huele a miel con algo más que no recuerdo! Lo he dejado en mi mesilla y desprende un perfume maravilloso, muy suave, pero que se hace notar.
Ya veis que no me ha faltado tiempo para ir estrenando mis nuevas tazas. Esta es la segunda (la primera fue la del bingo del día de Navidad). Ahora estoy leyendo Jane Eyre, que lo tenía pendiente en mi lista hace tiempo. Nada mejor que escoger esta taza con motivos digamos bucólicos, llenarla con un café espumoso, e ir adentrándome en la fantástica historia de esta mujer. Solo me quedan unas páginas, pero puedo decir que está siendo una auténtica delicia. Esperar que llegue la hora de acostarme para reencontrarme con ella y su amado Rochester. No sé en qué acabará todo, pero es una gozada encontrar libros así, que te mantengan en vilo y con la ilusión de retomarlos noche tras noche (aunque ha habido tardes como ésta en las que no he podido aguantar la espera).
Ayer a eso de las tres de la tarde el cielo se había desprendido de las nubes, y decidí salir a caminar un poco aprovechando que estaba sola. Sé que si me siento delante del ordenador tengo muchas probabilidades de quedarme un par de horas sentada, así que me tengo que obligar a mí misma a calzarme las Converse y salir a respirar un poco. Me paré unos segundos a observar el paisaje y darme cuenta de las suaves oscilaciones del terreno y del verde que ya empieza a notarse en algunos campos.
No hemos hecho nada especial estos días; por mi parte seguir apreciando lo que tengo, dar gracias por tener trabajo, ultimar algún detalle de la cena de Nochevieja, pasar un tiempo en mi rincón virtual (que es este) y que algún invitado que tendremos en casa próximamente se sienta así, como en casa.
Hasta pronto.