Este mes de enero ha recogido momentos bastante intensos: un nacimiento, el ingreso de un familiar, y lo que más me ha afectado, que ha sido la reciente muerte de un chico que fue compañero de pupitre de mi hijo. En plena juventud, sin esperarlo nadie, con toda una vida por delante, dejando un dolor indescriptible en toda su familia... La empatía es mucho mayor cuando le ocurre a alguien de la misma edad de tu hijo. Llevo varios días con el corazón encogido, me enfado por dentro cuando oigo reír a la gente en el trabajo, con esas risas forzadas y vacías; solo puedo pensar en sus padres, en su hermano y en sus vidas que ya nunca serán igual. Perdonad mi tristeza, pero es como me siento. Pienso ojalá se pudiese volver el tiempo atrás, pero solo hubiese sido una prórroga en esta vida tan sumamente injusta que nos ha tocado vivir.
Hasta pronto.