Últimamente hemos estado un tanto apoltronados en casa. Una especie de
monotonía se había apoderado poco a poco de nosotros, incluso los emocionantes
viernes daban paso a unos fines de semana aburridos y rutinarios.
Quisimos poner remedio a esta situación, así que se nos ocurrió hacer una escapada de dos días. También nos acompañó el hijo mayor de sr. marido, algo que al peque le emociona especialmente. Pensamos en algún lugar que no hubiésemos visitado nunca, a ser posible, y que no estuviese a más de dos horas de casa en coche. Después de descartar algunas opciones, nos decidimos por Burgos.
Salimos de casa a las 9 h. de la mañana, en un día gris, con 6º de temperatura y una débil lluvia. Después de recoger al chico, pusimos rumbo a Burgos. Hacia las 11:30 h. ya nos encontrábamos en el hotel guardando las cosas. Nos pusimos calzado cómodo y nos dirigimos a pie directamente a la Catedral.
El peque y yo además llevábamos gorro y guantes, porque el frío era intenso y soplaba un viento helador que se colaba por cualquier hueco del cuerpo que no hubieses protegido.
¿Has visto que lugar tan maravilloso? No es de extrañar que sea Patrimonio de la Humanidad. Yo no había estado nunca en esta ciudad, pero sabía de su magnífica
catedral entre otras cosas. Solo puedo decir que es realmente impresionante. No podíamos apartar la vista de ella, mirases donde mirases, siempre descubrías algo nuevo. Es tan enorme que me resultó imposible con mi cámara tomar una foto en
toda su altura, pero creo que os haréis una idea de su tamaño.
En el interior vimos el famoso
Papamoscas, que es un muñeco autómata que a las horas en punto abre la boca y toca una campana, aunque no tuvimos ocasión de verlo en acción.
Esta preciosa fuente se encuentra enfrente de la entrada principal.
Por la
tarde, cuando ya anochecía, volvimos a pasar por aquí y "tuve el valor"
de quitarme un momento los guantes y hacerle esta foto. Me encantan sus
tonalidades, desde el verde agua hasta el ocre de la piedra.
Recorrimos el casco antiguo de Burgos sin parar de señalar cosas y mirar
para arriba. En el hotel nos facilitaron una pequeña guía con los
edificios más emblemáticos y un plano. Entre ellos esta impresionante
puerta llamada de Santa María, que fue construida entre los siglos XIV y XV.
Esa puerta era una de las doce que había para entrar en la ciudad en la Edad Media. Se comunica con el puente de Santa María, por debajo del cual pasa el río Arlanzón, que es el que véis en la foto, y que está justo enfrente de la puerta de la que os hablo.
Un mercadillo de Navidad en el que se vendían productos de la tierra y artesanías ponía un toque alegre, aunque llovía en ese momento y la afluencia de gente no era muy grande que digamos.
También habían instalado una pequeña atracción para los niños. Recuerdo cuánto disfrutaba el peque en sitios así cuando era pequeño; ahora prácticamente ni se fija.
En esta misma plaza me llamó la atención la estatua de este peregrino. Burgos fue y sigue siendo, un lugar de paso muy importante para los peregrinos del Camino de Santiago, de ahí la cantidad de iglesias y hospitales que se construyeron en tiempos remotos.
Seguimos andando por la ciudad, y a cada paso mil detalles que captar, como estos carteles de estilo medieval perfectamente integrados en un entorno urbano tan especial.
Me gustaron mucho los escaparates de las tiendas. Al ser una ciudad muy visitada, los comerciantes ponen especial atención para que estén preciosos y llamen la atención.
En concreto las tiendas de comestibles estaban decoradas con gran cariño, es algo que se nota. Mostrando infinidad de productos deliciosos a la vista: legumbres, morcillas, embutidos, quesos, vinos.... todo un espectáculo.
Cerca de la catedral estaba esta tienda de artículos religiosos, con una decoración más sobria.
Esta bicicleta decorada era un reclamo para una tienda, aunque no recuerdo de qué. Me encanta cómo está pintada toda de marrón, y esas flores que ponen el toque colorista. Por cierto, yo aprendí a montar en bici en una parecida a ésta...
Burgos me ha parecido una ciudad preciosa, señorial, elegante, con mucha historia y con muchos más lugares para visitar que tiempo disponible. ¿No sería un sueño vivir en uno de esos áticos y despertar todos los días entre tanta belleza?
Nuestra primera toma de contacto con la ciudad duró un par de horas, tiempo suficiente para abrir el apetito y dirigirnos a un restaurante que sr. marido tenía "fichado". Yo me decanté por un menú típico castellano, a saber, entrante de morcilla, sopa castellana, que estaba de mueeeeeerte y me hizo entrar en calor en cinco segundos. Luego cochinillo asado y de postre leche frita. ¿Se puede pedir más? Además nos obsequiaron con un licorcito a elegir. Yo me decanté por la crema de orujo, mmmmmm..... me gustó peligrosamente.
A las siete de la tarde, cogimos un tren chuchú que hace un recorrido de casi una hora por toda la ciudad. La foto me salió horrible, pero al poner la cámara en posición de poca luz siempre me pasa lo mismo, y como no me gusta usar flash, pues esto es lo que salió. Bueno, ¿os hacéis una idea de lo bonito y reluciente que era el tren?
La pena fue que llovía ligeramente y los cristales del trenecito estaban empañados; más que ver algo lo intuíamos. Pero tuvo su encanto. Los cuatro íbamos sentados en un mismo asiento y nos dábamos calor unos a otros. De cuando en cuando limpiábamos el cristal con un papel y achinando los ojos intentábamos ver algo de lo que nos explicaban por el altavoz. Para acabar el día, cenamos un poco de picoteo, y tomamos algo en una terraza, al calor de esas estufas de invierno que tanto se agradecen.
Al día siguiente nos levantamos a eso de las ocho y media. Corrí las cortinas y este fue el precioso paisaje que podíamos contemplar desde la habitación (por fin un hotel con ventanas que se abren...). Nuestro plan era dar otro paseo por el casco viejo y después coger el coche para visitar el Monasterio de Huelgas.
Durante el recorrido del trenecito del día anterior, me fijé en la entrada a una iglesia
medio escondida tras unas verjas y a la que se accedía por unas
escaleras. Decidimos buscarla en el mapa y allí llegamos, en medio de un luminoso y frío día.
Mi intuición no me falló en absoluto. Se trataba de la Iglesia de
San Gil, construida en el siglo XIV y de estilo gótico. Leí después
que la riqueza artística que guarda en su interior no tiene nada que ver
con la austera fachada de la misma.
Fue auténtica maravilla visitar un lugar así. La luz interior era muy tenue, y había diferentes partes de la iglesia que con un euro se iluminaban. Nosotros activamos una parte en la que había retablos, sotanas antiguas, cuadros, lámparas,... algo impresionante. ¡Cuánta riqueza tenemos y a veces no la sabemos apreciar! Nuestro patrimonio cultural es inmenso. Dentro estaba prohibido hacer fotos, y yo soy muy respetuosa con esas cosas. Tendréis que verlo con vuestros propios ojos.
Luego fuimos en coche hasta el
Monasterio de Santa María de las Huelgas en el mismo Burgos. Compramos las entradas, y mientras hacíamos tiempo para la visita guiada, nos tomamos un rico café en un restaurante cercano.
Me gustan mucho las visitas guiadas, porque ponen voz a lo que a simple vista parecen piedras unas encima de otras. Dentro vive todavía una pequeña congregación de monjas cistercienses de clausura. En el interior están sepultados varios reyes, esposas, hijos y alguna abadesa. En la Guerra de la Independencia, los franceses saquearon las tumbas llevándose muchas cosas de valor. Pero hubo una tumba que se salvó del saqueo al estar ubicada detrás de otra. En un museo que hay dentro se expone todo lo que contenía: trajes, telas, alguna joya, cinturones, espadas, todo muy interesante.
Cuando finalizó la visita casi era la hora de comer, así que nos dirigimos a un restaurante cercano, aunque el menú elegido no fue tan potente como el del día anterior.
Y así es como finalizó nuestra visita de dos días a la ciudad de Burgos. Algunos sencillos recuerdos comprados, nos harán acordarnos de esta bonita excursión, que sin duda repetiremos para ver otras muchas cosas que por falta de tiempo no pudimos visitar, entre ellas el
Museo de la Evolución Humana.
Espero que hayáis disfrutado con el post, lo he preparado con todo mi cariño para compartir con vosotras este fin de semana tan especial, lleno de historia, buena comida, charlas, edificios majestuosos y tantas cosas más.
Hasta pronto.