27 noviembre 2013
Lavanda y recuerdos
En un post anterior os conté cómo se me ocurrió desgranar unas ramas de lavanda que estaban en un jarrón del salón desde hacía un año. Por increible que parezca todavía olían un montón, así que se pensé coser un saquito con una tela que había por casa y que al ser bastante porosa, permitía que el olor se sintiese mejor.
Corté a ojo un rectángulo y lo cosí formando un saquito. También recorté una tira para atarlo.
Ya solo quedaba rellenarlo con la lavanda. Una de sus propiedades, aparte de perfumar, es ayudar a conciliar el sueño. Esta es una de las primeras plantas que aprendió a reconocer el peque. Cuando tenía dos o tres años y salíamos de paseo, arrancábamos alguna que encontrábamos a nuestro paso, y le hacía estrujarla con sus deditos y luego olerlos. Yo le decía: "esto es lavanda", y él cerraba sus ojitos y hacía ¡¡¡¡¡mmmmmmmm....!!!!
El saquito lo he puesto dentro de mi armario, y como no éste no es muy "fotografiable" que digamos, lo puse en una estantería que tengo en el dormitorio para sacarle una foto y viéseis cómo ha quedado. Cuando abro el armario, me gusta cogerlo, ponerlo en mi nariz y aspirar. También hago mmmmmm... y los recuerdos acuden a mi mente. Los olores despiertan nuestro cerebro más que ninguna otra cosa, ¿lo sabíais?. En mi caso, me veo empujando una silleta, en un fresco día de primavera, sin prisas, con el sol brillando en el cielo, y sintiendo la felicidad más absoluta.
Incluso guardo un par de ramitas que el peque arrancó años después para mí, y que permanecen estrujadas entre las hojas de un cuaderno. Me parece una forma maravillosa de "atrapar" un hermoso recuerdo.
Hasta pronto.
24 noviembre 2013
Disfrutar noviembre
Ya estamos metidos de cabeza en el mes de noviembre. La primera quincena suele darnos un pequeño respiro (el llamado veranillo de San Martín), con cielos azules y un sol que todavía calienta cuando el viento no sopla. Pero a partir de la segunda quincena, nos encontramos con una de mis estaciones favoritas del año.
Cuando visitamos a mi familia política en Guipúzcoa, el peque y yo siempre aprovechamos para dar algún paseo después de comer. Me encanta el paisaje, la transición de colores del verde al rojo, pasando por naranjas, amarillos suaves, granates incluso... todos esos colores me llenan de emoción. El aire fresco, el sonido del agua, algún pájaro que sobrevuela nuestras cabezas, todo hace de estos sencillos paseos algo casi mágico, al menos para mí.
En mitad del camino nos encontramos con una antigua construcción en la que nos gusta meternos durante unos minutos, para abrigarnos del viento y mirar a través del pequeño ventanuco como si fuese un cuadro hecho con realidad y no con acuarelas.
Verde, verde, verde.... ¿puedes distinguir los infinitos tonos de verde? Es difícil quedarse con uno. Todos son maravillosos, desde la hierba, hasta las ortigas, pasando por el verde oscuro de la hiedra, el suave musgo que nace en la madera. Me encantan estas maderas viejas, ajadas por el sol y el paso del tiempo, y esas hiedras llenas de vida que las abrazan.
Durante nuestro paseo, no pude evitar detenerme un momento para ver de cerca esta preciosidad de la naturaleza. Se llama líquen y aunque desconozco cuál es su función en la misma, solo puedo decir que me parece algo que da mucho juego para fotografiar. Mi cámara es muy modesta y me cuesta mucho sacar fotos de cerca con mucho detalle, pero es un espectáculo ver cómo ha desarrollado sus formas, su tonalidad de verde pastel, el contraste con el intenso verde del fondo.... (¿soy un poco pesada con el verde? lo siento)
Noviembre nos anima a disfrutar del horno, por ejemplo, preparando una tarta de manzana sin ningún motivo especial. Disfrutar del calor que desprende, aspirar el aroma dulce y y goloso que se cuela y que invade la cocina, y que te "obliga" a mirar el reloj continuamente contando los minutos que faltan para comerte un buen trozo (ahora que no te ve nadie).
Ya metidos en la cocina, los mismos domingos otoñales que hacen difícil despegarse del edredón calentito por la mañana, te invitan a preparar un desayuno lleno de energía y carbohidratos.... Unas tostadas con mermelada de melocotón, un café con leche o un colacao calentito, mmmmm.... ¿hay algo más tranquilo y relajado?
El peque quiso preparar el zumo de naranja. Me pareció bien, pero tardó tanto que yo ya me había zampado mis tostadas y mi café, cuando él llegó con sus dos vasos (no mencionaré el pequeño estropicio de naranjas desperdigadas por la encimera, con sus respectivos charcos, ni los chorretones en el suelo... mmmm... hice un verdadero esfuerzo para contar hasta diez). Bueno, hagamos chin-chin con este rico zumo, y brindemos porque esta semana sea estupenda para todos.
Un fuerte abrazo.
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P.D: Gracias por contestar a mi pregunta del post anterior. A veces pienso que yo soy la rara, pero cuando veo que a mucha gente le pasa igual, me siento mejor.
20 noviembre 2013
Feria de antigüedades
¡Hola a todo el mundo! Por fin llegó uno de los fines de semana del año que espero con más ilusión. Esta es la tercera vez que acudimos a la Feria de Desembalaje que se celebra en Pamplona en el recinto ferial Refena. El día amaneció gris y muy frío, pero entrar allí y empezar a ver todos los stands, con objetos de lo más variopinto, me hizo olvidar durante casi dos horas esos pequeños incovenientes.
Sr. marido y el peque, me acompañan porque saben que me emocionan estas cosas. Aunque corren el riesgo de: A) tenerme de buen humor para el resto del día si encuentro algo que merezca la pena, o B) no encontrar nada (o encontrarlo pero fuera de presupuesto), y estar de un humor de perros durante un buen rato.
En esta ocasión ocurrió la opción B. Bueno, parto de la siguiente base: creo que los objetos me "encuentran a mí" no al contrario. Así que como siempre, damos una primera vuelta de reconocimiento mientras
No soy una entendida en la materia, solamente me siento atraída por todas estas cosas antiguas porque me hacen sentir bien solo con verlas, pero en general me parecieron precios muy elevados (excepto un puesto francés que tenía montones de cosas, entre ellas utensilios de cocina en cobre desde 15 €) y cuyos precios eran muy ajustados. Tenía un par de cosas que me gustaron, pero al final reflexioné y vi que eran caprichos que en este momento no me puedo permitir.
De todo lo que vi, recuerdo un juego de aceitera y vinagrera de 100 años de antigüedad por 50 €, sacos antiguos franceses procedentes de una floristería parisina por 20 €, moldes y cazos en cobre, un violín de madera en miniatura, unas cestas de alambre, varias máquinas de escribir, pendientes antiguos, una alacena antigua en verde agua desgastada con rejilla que casi me da un patatús,... en fin, muchos objetos que con su sola presencia me llenaron de felicidad.
Esta vez nuestra visita no fue muy productiva, pero bueno, pasamos una mañana muy entretenida.
Hasta pronto.
17 noviembre 2013
Los cinco sentidos
Esta hermosa rosa, que fue un inesperado regalo de sr. marido días atrás, despertó en mí montones de sensaciones: el olor, la presencia, ese rojo maravilloso, el tacto. En el colegio nos enseñaron que nuestros sentidos son cinco, aunque estoy segura de que hay más. Aquí te presento las cinco cosas que me han inspirado esos cinco sentidos. Empezamos...
: : VISTA: he dudado mucho entre incluir la rosa en la vista o el olfato. Después de reflexionar, la coloco en la vista. Su olor no es comparable con el espectáculo de su forma y color. Además el verde y las florecitas que utilizan en las floristerías le dan un toque muy elegante. Cogí el único jarrón de cristal que tengo y la coloqué en la mesa del salón. Es increible cómo las flores naturales cambian por completo cualquier estancia.
PD. Me ha gustado la idea de los Cinco Sentidos. Creo que la repetiré más a menudo.
: : VISTA: he dudado mucho entre incluir la rosa en la vista o el olfato. Después de reflexionar, la coloco en la vista. Su olor no es comparable con el espectáculo de su forma y color. Además el verde y las florecitas que utilizan en las floristerías le dan un toque muy elegante. Cogí el único jarrón de cristal que tengo y la coloqué en la mesa del salón. Es increible cómo las flores naturales cambian por completo cualquier estancia.
: : OLFATO: ese jarrón lo ocupaba desde hace un año un ramo de lavanda que compré en esta excursión. Como estaba un poco feo, decidí desgranarlo y rellenar unos saquitos. Uno de ellos lo cosí en un momento (ya os lo enseñaré en otro post). Fue sensacional ir frotando las ramas de lavanda entre las manos y aspirar el fantástico olor que un año después aún conservaban. Estuve un buen rato sin lavarme las manos y a cada rato me las ponía en la nariz para olerlas.
: : GUSTO: cuando estás preparando un pastel, ¿hay algo mejor que chupar la cuchara después de volcar toda la mezcla en el molde? Si el peque está en casa le reservo el honor a él, pero hay veces que aunque esté, me hago la loca y me reservo el gustazo para mí, sin refinamiento alguno, jajaja...
: : TACTO: durante nuestra caminata del sábado pasado de la semana pasada, recogí alguna hoja seca del suelo. Las llevé todo el rato en la mano, así que ahora, al tocarlas me viene a la mente el paseo que dimos los dos y ya estoy deseando volver. Pero la próxima vez tenemos que llegar hasta arriba del todo; seguro que las vistas son impresionantes.
: : OÍDO: ¿por qué son tan bonitos los instrumentos musicales? A mí realmente me fascinan, son auténticas obras de arte. En casa nos gusta mucho la música aunque nadie hasta ahora la había estudiado. Estamos en la fase de "sol-re-la mi", algo monótona pero necesaria. Me gusta cuando estoy en la cocina preparando la cena y escucho al peque repasar la lección. Espero que con el tiempo podamos escuchar alguna pequeña melodía. De aquí al Zapateado del virtuoso Pablo Sarasate no queda ná....
Solo puedo decir que cada día me gusta más este instrumento.
Hasta pronto.
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PD. Me ha gustado la idea de los Cinco Sentidos. Creo que la repetiré más a menudo.
13 noviembre 2013
El fin de semana
¡Hola tesoros! Aunque han pasado varios días desde el fin de semana,
todavía lo tengo muy presente en mi memoria. Las previsiones meteorológicas
decían que el sábado haría bueno y el domingo llovería. Así que viendo que el sábado amaneció soleado, sr. marido y yo decidimos salir a andar, después de un desayuno que incluía zumo de mandarina, algo excepcional, porque entre semana no estamos para esas delicatessen.
El peque no quiso venir, así que ante la perspectiva de obligarle y tener que aguantar protestas y morros largos, preferimos que se quedase en casa. Nuestra salida fue para hacer algo de ejercicio, y creo que él tiene bien cubierta esa faceta entre la gimnasia del colegio y el atletismo, así que no me pareció mal dejarle que disfrutase de sillón, manta y tele. Prometió hacerse la cama y las tareas escolares (cosa que cumplió).
Fuimos en coche hasta un monte cercano a Pamplona; aparcamos a medio camino y subimos andando. Entre subir y bajar hicimos unos seis kilómetros. ¡Todo un récord! Nuestros pulmones recibieron una dosis extra de oxígeno, además, una ligera brisa nos daba en la cara, así que llegamos a casa con unos bonitos mofletes sonrosados.
De vez en cuando me detenía para hacer alguna foto. Me encanta el musgo sobre la piedra, y esta foto en concreto me resulta curiosa porque lo mismo puedo imaginar que está tomada desde un helicóptero... pero no, es a ras de suelo. El sol brilló durante todo nuestro paseo y los tonos verdes parecían más verdes aún.
Al mediodía y sin provisiones previstas en la cocina, decimos salir a comer fuera. Nos premiamos con un postre especial, a saber, un rico mojito, con su azúcar moreno, hierbabuena, hielo picado... mmmm, maravilloooooooso.
El peque tomó un batido de chocolate, así que todos disfrutamos a nuestra manera. Confieso que soy una apasionada de los mojitos, pero solo suelo tomarlos en vacaciones cuando estamos en la playa, así que esto ha sido como el cierre oficial de la temporada de calor y el inicio del verdadero otoño-invierno.
El domingo fue más tranquilo, ver algo de televisión, leer, asar unos pimientos, planchar y también jugar un poco en la alfombra con el peque (ehhhhh... tengo que pasar sin falta el aspirador). Tenemos un pequeño tren de plástico que solemos montar de vez en cuando. Me resulta súper relajante verlo pasar una y otra vez por el mismo sitio, con su suave traqueteo, aunque nada que ver con un antiguo Ibertrén que conservamos y que es todo un lujo poder ver funcionar (a ver si un día os lo puedo enseñar, es precioso).
El tiempo de luz se acorta y hay que encender antes las lámparas. Siempre he relacionado la cálida atmósfera que crean estas luces en una habitación con el calor del hogar. Así que me siento feliz, en mi propio hogar, cuando después de un día de excursiones, mojitos y juegos, disfrutamos estas últimas horas del fin de semana, en pijama y zapatillas, despidiéndonos de un fin de semana bien aprovechado.
Un fuerte abrazo.
Hasta pronto.
10 noviembre 2013
Luz de otoño
Entre 5 y 5:30 h. los rayos de sol se cuelan con fuerza por la ventana del salón. Los objetos parecen cambiar de color y adquieren una textura suave y etérea, como si los rodease una nieblina luminosa.
Ocurre en días soleados como los que estamos teniendo ahora. En este momento no estoy trabajando, así que me impongo a mí misma la obligación de salir a caminar todos los días aunque sea media hora. Un día llevé conmigo la cámara de fotos y no pude evitar detenerme ante este árbol, echar el cuello para atrás y maravillarme con su fantástico color rojo en contraposición con el cielo azul. Me hubiese quedado en esa postura un buen rato, pero mis cervicales no pensaban lo mismo.
Nada más volver de mi paseo, se me antojó algo dulce, pero como siempre evito tener tentaciones en los armarios, miré en mi cuaderno de recetas y me puse manos a la obra con este bizcocho de chocolate. Se tarda poco en hacerlo y queda muy jugoso y dulce (esta vez agregué las claras a punto de nieve y quedó mejor).
Así que cuando el peque llegó de su clase de música, un enorme trozo de bizcocho de chocolate todavía caliente le esperaba. Quiero probar a hacerlo con pasas, tiene que quedar aún más delicioso.
El sol ya se estaba escondiendo, así que me di el gustazo de encender las velas del aparador del salón durante unos minutos. ¿No es increible cómo cambian el ambiente? Se crea una atmósfera ocre y mágica, aunque no exenta de detractores en casa, que solo ven peligros ocultos y olores malolientes...
Cuando el día va llegando a su fin y después de cenar y recoger la cocina, me gusta prepararme un café o un té al calor de la luz de la campana extractora (también parece un poco "luz de otoño" ¿no?). Siempre he sido muy "cafetera", pero últimamente me sabe distinto, quizás tengo que cambiar de cafetera, el caso es que mi paladar se ha rebelado.
La última media hora antes de que el peque se acueste, la pasamos juntos en el sofá viendo un poco la tele o jugando a cartas. Últimamente nos tiene enganchados el canal Historia con un programa de restauración de cacharros, y otro que me encanta que son los Cazadores de Tesoros. Son dos tipo que van por las granjas de EEUU recorriendo graneros y viejos almacenes en busca de objetos antiguos. No puedo imaginar un trabajo más apasionante.
Hasta pronto.
07 noviembre 2013
Amarillo
Todas las mañanas después de que el peque ya se ha ido a estudiar, me asomo al jardín mientras caliento la segunda taza de café y observo el cielo, la hierba, las flores... Como es habitual en esta época, mi maceta de crisantemos rebosa amarillo por todos los lados. Hay gente a la que no le gusta esta flor, por su asociación con los muertos, pero yo tengo especial cariño a aquellas plantas que "me sobreviven" y esta ha sido una de ellas.
Esa impresionante mata amarilla me llamaba a gritos (ahora entiendo lo de amarillo chillón, jajajaj..). Cogí mis tijeras de podar y busqué un jarroncito apropiado. Con un par de tallos tuve suficiente.
Cuando lo miro pienso que el color amarillo es mi favorito del momento. Hay una vecina que tiene un coche amarillo, y a veces me quedo mirándolo y siento cierta envidia. Luego me sereno y me digo a mí misma que en caso de comprar un coche nunca me hubiese atrevido con ese color. El único coche que me compré en mi vida lo elegí en blanco, quizás porque es la mezcla de todos, o por no querer llamar la atención, no sé...
¡Un pequeño jarrón en cuestión de minutos! Lo coloqué en el salón enfrente de los rayos de sol y me quedé un rato admirando los matices de luz que entraban por la ventana y parecían quedarse flotando alrededor, invadiendo el ambiente con una magia especial. Una nota de color y calor en estos cálidos días de otoño.
Hasta pronto.
05 noviembre 2013
Cosas para disfrutar
Estuvimos comiendo en uno de nuestros orientales preferidos de Pamplona (según nuestro criterio de relación calidad precio), y en vez de café se me antojó un té de jazmín (creo que algo me debió influir la película de María Antonieta en la que ella toma un auténtico té de flor de jazmín con su hermano). No entiendo mucho de tés, pero me gustó, tiene un sabor algo más intenso que un té normal.
La semana pasada estuve en un centro de jardinería en busca del brezo que no encontré la vez anterior. Esta vez sí que tenían. Había de varias clases y colores. Yo me llevé uno en rosa para poner una delicada nota de color en el jardín. Me gustan los jardines románticos donde predomina el verde, la madera, la piedra con musgo, la hiedra, un banco antiguo, cosas así.
También compré la pequeña palmera que véis a la derecha de la foto. Siempre he tenido una de esas en casa, aunque la última se me murió después de un par de años. Lo que está en el vasito con agua es una ramita de aucuba que he encontrado hoy al ir a tirar la basura. Alguien había dejado restos de poda en el contenedor, pero una cayó fuera. No tengo mucha esperanza de que eche raíces pero bueno, por intentarlo que no quede.
El que sí está poniendo color en el jardín es un crisantemo que compré hace un par de años para llevar al cementerio, y que a pesar de que creí que había muerto, lo mimé un poquito y voilà! estoy muy contenta con su floración aunque sus flores no sean de un tamaño espectacular como he visto por ahí.
Ya empezaron a caer las primeras castañas que el peque recoge como si fuesen el mayor tesoro de la Naturaleza. Las trae en los bolsillos o dentro de la mochila, pero su padre siempre le dice que estas son pilongas y no sirven para nada. Pero yo estoy segura que algo tan bonito servirá para algo ¿no? De momento para adornar este tiesto en el salón, jajaja...
Para acabar uno de los platos con los que más disfruto: patatas a la Riojana, con su chorizo, su pimiento choricero, su laurel. Tenemos familia en la Rioja alavesa, y aunque no vamos con mucha frecuencia, siempre recordaré como un día memorable una visita que hicimos y en la que comimos unas patatas a la riojana que hizo la señora tía de mi marido... ay, todavía me caen lagrimones de lo ricas que estaban. Seguí la receta de este canal y me quedaron riquísimas, aunque yo le hubiese puesto más picante, pero eso ya es algo personal.
Os mando un fuerte abrazo.
Hasta pronto.
02 noviembre 2013
Recordando a María Antonieta
Cuando llega esta fecha me acuerdo de María Antonieta, pues es el día que cumplía años. Lejos de entrar en detalles profundos sobre la vida de toda aquella aristocracia que vivía ajena al sufrimiento de su pueblo, tan solo quisiera contaros un detalle curioso: junto a su marido Luis XVI fueron reyes de Francia y Navarra desde 1774 hasta 1793, y sus dos hijos varones que desgraciadamente murieron siendo niños, recibieron entre otros el título de Príncipe de Viana.
Uno de los lugares que más me impresionó estando en París, fue sin duda el Palacio de Versalles. Lo visité un frío día de diciembre hace veintidos años. Recuerdo que cogí un tren llamado RER, y en cuanto llegué allí, me invadió una gran emoción que permaneció conmigo durante mucho tiempo. Estábamos pocas personas y eso le dio a la visita un aire más íntimo. Compré esta guía por 25 francos y de vez en cuando me gusta echarle un vistazo, café en mano, y recordar aquel impresionante lugar.
Hoy volveré a ver la María Antonieta de Sofia Coppola y al igual que en mi guía de 25 francos la magia de ese lugar me atrapará de nuevo. La carátula del DVD me inspiró ayer esta pequeña extravagancia.
Quiero empezar a escanear las fotos que hice en mi aventura francesa, aunque las calidades no son muy buenas. Me encantará compartir algunas de ellas con vosotras.
Ayer, mientras preparaba este post, el "Ombra mai fu" de Handel retumbó constantemente en mi cabeza. Aunque hay mil versiones y tonos de voz, una de mis favoritas es la de Andreas Scholl. Creo que el cielo debe sonar así. Disfrutadla, espero que os guste tanto como a mí.
Os deseo un feliz fin de semana.
Hasta pronto.
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