Es hora de recoger las luces y los adornos, de comer los últimos trozos de turrón y de hacer buenos propósitos para los doce meses que tenemos por delante. Sin darnos cuenta ya hemos consumido más de una semana de este 2020. El salón vuelve a su estado habitual, la entrada de la casa ya no se ve iluminada con las luces intermitentes, y el árbol de Navidad deja un hueco que los primeros días se ve triste y desamparado, como cuando se te muere una planta y dejas la maceta vacía a la espera de plantar otra. Lo mismo pasa con las calles y los escaparates, siento que me quedo un poco huérfana, un poco a oscuras en mi interior. Nada que no arregle una buena dosis de rutina y vuelta a la normalidad.
Un abrazo ♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥