28 abril 2020

La danza de los espíritus



Es curioso cómo el ser humano comienza a establecer rutinas incluso en situaciones tan tremendas como la que estamos viviendo.  Creo que es como un salvavidas al que agarrarnos, por nuestra salud mental y sobre todo por nuestra salud física. Yo sigo acudiendo al trabajo, aunque desde el 16 de marzo lo hago en mi propio coche. El número de pasajeros de los autobuses urbanos ha caído en picado, tanto que han modificado algunas líneas y quitado bastante servicios. La mayoría de negocios siguen cerrados, no quiero ni pensar cuántas tiendas ya no abrirán más sus puertas.  De camino al trabajo, paso por un instituto de grandes ventanas y columnas de piedra, y mi corazón se encoge al verlo tan vacío y sin vida. Las calles están casi desiertas y los pocos que nos cruzamos a esas horas nos miramos de reojo con cierto sentimiento de resignación.

Pero bueno, mantengamos la esperanza, actuemos con responsabilidad, recordemos a los que se han ido y pensemos en la grandeza del ser humano. De dónde venimos y todo lo que hemos conseguido. Cuando nos dejen, será buen momento para volver a conectar con la madre naturaleza, de ella venimos y a ella volveremos. 
Un abrazo ♥♥♥♥

17 abril 2020

Aquí seguimos




¿Cómo estáis? Supongo que llevando con resignación esta situación tan insólita que nos está tocando vivir. Aquí hemos superado el mes de confinamiento, y de momento seguiremos hasta el 26 de abril, o eso dicen al menos. Como os comenté en la entrada anterior, yo no he dejado de acudir al trabajo aunque ahora voy en coche y en cuanto llego a mi puesto desinfecto con alcohol el teléfono, el ratón, el teclado, la mesa, los cajones, los brazos de la silla, la manilla de la puerta y la de la ventana. Luego me lavo bien las manos y procuro no moverme de mi sitio hasta la hora de salir.

Hace una semana, sr. marido finalizó dos semanas de cuarentena. Durante cuatro días estuvo con fiebre, tos y malestar, y como aquí solo hacen la prueba al personal sanitario o personas ingresadas, al resto de mortales se nos diagnostica como "posible caso". Así que ya puedes buscar en casa una habitación a ser posible con baño individual para que el pobre confinado pase esos días en el más absoluto de los aburrimientos. Pero la cosa no queda ahí. Cuando pasan las dos semanas, te dan el alta para que puedas acudir de nuevo a trabajar. Sin test ni prueba alguna que descarte que todavía tengas el virus. Yo no doy crédito a lo que están haciendo estos burócratas mediocres e inútiles. ¿No sería mejor hacer un test rápido y confirmarlo con una prueba de diagnóstico si saliese positivo? Más vale que está haciendo teletrabajo, porque lo mismo podría ir contagiando por ahí si fuese asíntomático, o incluso yo misma podría serlo.

En fin, no os quiero aburrir con la cantidad de trabajo extra que he tenido, pero lo importante es que estamos bien. Hasta que llegue un pedido de mascarillas que hice allá por principios de mes, me lié a hacer una casera de tela con filtro de TNT en el interior, y no quedó mal, pero hoy he podido comprar unas mascarillas quirúrgicas en la farmacia a un euro cada una (cuando un paquete de diez debería costar como mucho 5 euros...) Muy bien, encima se forrarán con nosotros.

¡Ánimo! Os mando un fuerte abrazo desde la distancia ♥♥♥

02 abril 2020

Cambiando el chip


El último día de marzo nos sorprendió con una capa de nieve que poco a poco se fue disolviendo entre la lluvia. De camino al trabajo, me detuve un momento para fotografiar unos columpios que como todos está debidamente precintado. Es temprano, apenas hay transeúntes y los pocos que nos cruzamos lo hacemos guardando las distancias. Muchos llevan mascarilla, cosa que me parece genial, aunque nuestros mandatarios nos digan alegremente que los ciudadanos no las necesitamos. Si "leemos" entre líneas quiere decir, "pobres imbéciles, ¿acaso pensáis que si hubiese mascarillas para todos y de todos los tipos, íbamos a tener el mismo discurso?".



Esta pandemia está haciendo temblar nuestros cimientos a todos los niveles. Otro día entraré más en detalle, ahora solo me quiero centrar en el cambio que estoy experimentando a nivel personal. Hasta ahora, cada vez que sonaba el despertador a las 6:25h, me rebelaba, me enfadaba, me preguntaba por qué me hacen ir a trabajar cuando nos dicen que nos quedemos en casa. A pesar de poder hacer tele-trabajo, me dicen que tengo que acudir porque estamos dentro de los sectores esenciales... Así que como estoy cansada de luchar contra Goliat, he llegado a la conclusión de no pensar demasiado. Bueno sí, solo voy a pensar en los miles de sanitarios que se están dejando la piel en atender pacientes en los hospitales. Cuando veo lo mal que lo están pasando en ciertos lugares, pienso que no tengo derecho a quejarme. Yo estoy delante de un ordenador sin despeinarme, sin sudar, sin ver la tragedia a mi alrededor. Así que mi granito de arena será ese: ir al trabajo sin rechistar, agradeciendo que no estoy tan mal, que no tengo mucha gente alrededor, y que tengo un blog en el que puedo plasmar lo que siento.
Hoy puse unas margaritas en un jarroncito para darle un poco de alegría a mi comida. Después de recoger la cocina, fui al salón y reparé en el tarro de los recuerdos de la playa. La mayoría son de Aguadulce, en Almería. He pasado un buen rato mirando las piedritas, los trocitos de cristal, las pequeñas conchas, y por un momento he recordado una enorme caracola que había en casa de mis padres. Yo era niña y mi madre me decía que si me la ponía en el oído se podía escuchar el mar. Yo la creía. Cerraba los ojos y así era. Ahora me basta mirar mi tarro de piedras para escucharlo. ¡Qué lejanos se ven esos momentos!
En fin, me quedo con esta última imagen, que representa los buenos momentos del pasado y los buenos momentos que vendrán, aunque no sepamos cuándo.
Un abrazo ♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥

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