¡Hola! Más de una vez tengo que echar mano de la creatividad a la hora de preparar la merienda. No es que sea lo más original del mundo, pero aprovechando que estos días estoy comprando fresones, se me ocurrió trocearlos y añadirles zumo de melocotón. Parece que tuvo éxito. ¡Un cóctail de vitaminas!
Sino, un clásico, galletas con nocilla y un vaso de leche. También bocatas de chorizo, jamón, mortadela, salchichón, etc.. en ese aspecto vamos bien surtidos.
Hay mañanas que no me cunde el tiempo, me lío con el ordenador, visitando otros blogs, preparando entradas, ordenando fotos, consultando recetas, leyendo noticias, (maldito internet) así que llega la hora de comer y me doy cuenta que se me ha pasado la mañana sin sentir. Si no tengo el primer plato preparado, esta ensalada siempre me saca de cualquier apuro. Un poco de pasta cocida, tomate, lechuga, atún, salsa rosa y a chuparse los dedos...
Los días están siendo raros, climatológicamente hablando. De pronto llueve a mares, y en un momento el cielo se despeja y podemos ver un poco de azul. Al rato vienen esas nubes grises y cargadas y lo cubren todo. Así que por más planes que hago con el jardín, lo tengo que posponer una y otra vez. Además con 9º que hacía hoy a la tarde, pues como que no apetece.
Una partida al futbolín olvidada en mi cámara este fin de semana. No soy muy amiga de los centros comerciales, pero de vez en cuando vamos, sobre todo si el tiempo está tan asqueroso como este mes. Ya sabes, unos bolos, unas cervezas, unos "maquinolos"... Estos futbolines aún conservan el cenicero, de cuando se fumaba en cualquier parte. El juego requiere una gran coordinación, porque estos jugadores tan estáticos no suelen responder bien a las manos inexpertas.
La caja de trastos del peque. Harta de que me dejase mierdas por cualquier lugar de la casa, nos fuimos juntos a compar una caja en la que guardar todo aquello que digamos, no puede considerarse juguete como tal. Si tenéis hijos pequeños sabréis a qué me refiero. Él dice que son sus cosas y sus inventos, y yo le digo que me parece genial, pero que sea un "inventor ordenado".
Para acabar, la última creación del mini-chef. Le dejé hacer, haciendo yo un gran esfuerzo por no llamarle la atención todo el rato, cosas del tipo: "¡ya vale de galletas!, ¡dónde vas con tanto chocolate!, ¡estás poniendo todo perdido!, ¿más chocolate?, etc....". Una bomba de calorías, pero al final, quedó bonito. A veces creo que le gruño demasiado, cuando son cosas que tampoco tienen tanta importancia. Él mismo me dijo que le sacase una foto al postre, todo emocionado. Es lo bonito de ser madre, estar ahí, observando qué hace el cachorrito, con paciencia y calma, imponiéndote a ti misma el dejarle hacer, para verle luego disfrutar de su obra, y corregirle con dulzura si llega el caso. Pero es tan difícil a veces... ¿Os pasa lo mismo con vuestros hijos? Pienso, no le digo nada, no le digo nada,... ¡¡¡¡ay, qué difícil!!!!!!!