En el viaje de vuelta, decidimos hacer noche en Almansa para hacer más llevaderos los kilómetros. Cómo no, visitamos el castillo, aunque acabamos sudando a tope, hacía mucho calor y el recorrido era amplio. Nos gustó mucho, su emplazamientos es espectacular y las vistas súper chulas. Ya despúes, comimos en la Taberna Restaurante Ramona, donde sr. marido había reservado mesa, y os puedo decir que comimos fenomenal. Nos sorprendió gratamente la gran oferta gastronómica de esta ciudad.
Al día siguiente, volvimos a casa, y una vez allí, lo de siempre, recoger, ordenar, colocar cada cosa en su sitio, poner un par de lavadoras, en fin un rollo... Ahora a esperar a finales de agosto, donde he cogido otra semanita de vacaciones, aunque la idea es quedarnos por aquí.
Hasta la próxima.
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