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Esta semana hemos tenido lluvia torrencial, lluvia fina, amenaza de lluvia, descenso de temperaturas y un sol que aparecía y desaparecía a su antojo. Dentro de la casa sigue haciendo calor, aunque no tanto como para tener las ventanas abiertas de par en par.  Un amigo de mi hijo vino a dormir una noche y preparé hamburguesas y patatas fritas para ellos.  El jueves por la mañana el peque y yo compramos dos pequeños ramos de flores y unas velas y nos fuimos en coche hasta el cementerio. Cuando comenzó a caer una fina lluvia me preguntó por qué siempre que vamos allí llueve: tiene razón, lo mismo pensaba yo a su edad.  Por la tarde corté mi única hortensia del jardín, que aún conservaba gotas de lluvia y me preparé una taza de té.  De pronto todos los colores a mi alrededor me recordaron al otoño.  Miré por la ventana y pensé que, afortunadamente, no tardará mucho en llegar. 

Un abrazo.